Si estás explorando cómo invertir de manera inteligente tu capital y poner a producir tus ahorros, probablemente te encuentres evaluando alternativas y sopesando ventajas y beneficios de cada una.
En este post te enumeramos los 3 mitos más frecuentes de la inversión en construcción.
MITO 1: Se requiere mucho dinero
Si bien, muchas veces se requiere un capital importante para arrancar, existen diversas estrategias que facilitan la entrada en el negocio inmobiliario. Actualmente existen nuevas modalidades de inversión colaborativa que vienen ganando fuerza ya que vuelven más accesible a la compra de inmuebles mediante la utilización de sumas de dinero más bajas que las requeridas en el mercado tradicional. Con algo de creatividad pueden surgir oportunidades como asociarse con otras personas o financiarse con privados. Existen esquemas donde varios inversionistas aportan sus fondos para financiar proyectos que de otro modo no podrían permitirse.
MITO 2: La inversión en ladrillos es muy riesgosa
Aunque toda inversión conlleva un porcentaje de riesgo, en comparación con otros vehículos de inversión, la inversión en construcción es una de las menos volátiles. De hecho, es la alternativa con mayor control en los resultados, que permite proteger tu capital en economías inestables, y construir un patrimonio sin las fluctuaciones del mercado bursátil. Aún en tiempo de recesión económica, la inversión en ladrillos es uno de los mejores medios para hacerle frente, siempre y cuando sean proyectos con potencial de desarrollo.
MITO 3: Ahora no es el mejor momento
Pensar que se debe esperar hasta que el mercado inmobiliario mejore es otro de los mitos más comunes sobre la inversión en la construcción. Cada día que pasa es una oportunidad para invertir y generar ganancias que se van a poder disfrutar más adelante. Nunca es mal momento para empezar siempre y cuando se aplique la estrategia correcta.
En definitiva, la inversión en ladrillos siempre es una opción rentable y segura. No solo se conserva el capital en dólares sino que se consiguen beneficios con una base mínima en torno al 10 por ciento, un promedio del 20 y en algunos casos específicos superando el 30%.
Encontrar la oportunidad y entrar en el momento clave es lo que hace la diferencia. El rendimiento lo determina el proyecto y los elementos característicos que este ofrezca.